Esta obra trasciende el realismo fotográfico para convertirse en un estudio de la luz y la quietud en el corazón de la bestia.
El acrílico, trabajado con una saturación audaz de ocres y negros, insinúa la textura áspera de la corteza y la suavidad inminente del pelaje. El artista congela el momento preciso en que la vigilancia se convierte en meditación, invitando al espectador a cuestionar la calma detrás de la ferocidad.
Más que un retrato, es una declaración sobre el poder contenido, donde cada pincelada de color es un testimonio de la intensidad vital del sujeto. Una pieza fundamental para la colección que busca un equilibrio entre maestría técnica y resonancia emocional.
TÉCNICA: Acrílico sobre Lienzo.
MEDIDAS: 70 x 50 cm.